Mano de obra y costes reducidos: La variedad autopolinizante es más conveniente y requiere menos mano de obra. Con la planta autopolinizadora, no hay necesidad de intervención manual en el proceso de polinización ni de la introducción de polinizadores, lo que ahorra tiempo y esfuerzo a los productores.  
Éxito de la polinización: la planta de pitaya autopolinizada es menos susceptible a problemas relacionados con la polinización, como un cuajado inconsistente o una mala calidad de la fruta. La dependencia de los mecanismos de polinización naturales dentro de la planta reduce el riesgo de estos problemas, lo que lleva a una producción de fruta más confiable y de mayor calidad.  
Consistencia en la producción de frutos: La planta autopolinizante de pitaya tiende a ser más eficiente en términos de producción de frutos. Dado que no depende de factores externos para la polinización, como insectos o polinización manual, la planta tiene una mayor probabilidad de producir una mayor cantidad de frutos.
Plantas fuertes: Las pitayas autopolinizantes se crían especialmente por su tolerancia a temperaturas muy altas y bajas.
Eficiencia espacial: El cultivo de plantas de pitaya autopolinizadas ahorra espacio porque no es necesario asignar espacio para varias plantas para garantizar la polinización cruzada. Esto los hace ideales para operaciones comerciales con espacio limitado o huertos familiares.  
Pureza genética: La autopolinización ayuda a mantener la pureza genética de la planta ya que no existe intercambio genético con otras plantas. Esto puede ser importante para preservar rasgos o variedades específicas. 
Conservación de la biodiversidad: En regiones donde las plantas de pitaya no son nativas, las variedades autopolinizadas pueden prevenir una posible contaminación genética de las especies nativas a través de la polinización cruzada.